13.1.18

¿A dónde vamos?

“La mente puede ir en mil direcciones,
pero sobre esta hermosa senda, camino en paz.
A cada paso, un suave viento sopla.
A cada paso, se abre una flor”


Constantemente caminamos, pero con frecuencia se trata más de un correr. Nuestros apresurados pasos imprimen sobre la tierra ansiedad y pesar. Si podemos dar un paso en paz, podemos dar dos, tres,  cuatro y después cinco pasos por la paz y la felicidad de la humanidad y de la Tierra.

Caminar sin llegar, esta es la técnica. Hay una palabra en sánscrito, apranihita. Significa sin deseo, sin finalidad. La idea es que no ponemos nada frente a nosotros y corremos tras ello. Cuando practicamos la meditación caminando, lo hacemos con este espíritu. Disfrutamos del caminar, sin ninguna finalidad o destino particular. Nuestro caminar no es un medio para conseguir un fin. Caminamos por el placer de caminar.
 
Nuestra mente tiende a lanzarse de una cosa a otra, como un mono que salta de una rama a otra sin detenerse a descansar. Los pensamientos tienen millones de caminos y nos arrastran al mundo del olvido. Si podemos transformar nuestra senda en un campo para la meditación, nuestros pies darán cada paso con plena consciencia. Nuestra respiración estará en armonía con nuestros pasos y nuestra mente se relajará fácilmente de forma natural. Cada paso que demos reforzará nuestra paz y alegría dando lugar a una tranquila corriente de energía que fluirá a través de nosotros. Así podremos decir, ‘a cada paso, un suave viento sopla’.

La Tierra es nuestra madre. Cuando nos alejamos durante mucho tiempo de la madre naturaleza, enfermamos. Cada paso que damos en la meditación caminando nos permite entrar en contacto con nuestra madre, y así poder estar bien de nuevo. Mucho daño se ha hecho a la madre tierra de modo que es tiempo de besar la Tierra con nuestros pies y sanar a nuestra madre.

Algunos de nosotros puede que no podamos caminar. Cuando practicamos la meditación caminando en nuestros retiros, cada persona que no puede andar elige alguien que está practicando la meditación caminando para mirarle y hacerse uno con él, siguiendo sus pasos con consciencia plena. De este modo, da  pasos serenos y pacíficos junto con su compañero, aun cuando él o ella misma no puedan caminar.

Los que tenemos dos piernas no debemos olvidar estar agradecidos. Caminamos por nosotros mismos y caminamos por aquellos que no pueden caminar. Caminamos por todos los seres vivos, pasados,  presentes y futuros.

 
[ir arriba]